Venus y sus espejos o de cómo entre Cupidos y espejos Venus reluce bellísima y siempre eterna
En el anterior caso de Art Detective nos hemos centrado en la figura de Venus pintada por Tiziano. Obras maestras y maravillosas que exaltan el cuerpo y la sensualidad femenina.
En el caso de hoy hablaremos de Tiziano y del vínculo que tuvo con otros pintores en el tratamiento de la belleza.
Pero esencialmente me centraré en un elemento, que me atrevo a definir mágico, que aparece en una serie de pinturas a lo largo de la Historia del Arte: el espejo.
El espejo es la imagen viva y destacada de lo efímero, de la transformación y a la vez de la voluntad de atrapar la belleza eternamente en lo estático del objeto.
El espejo “reproduce y refleja” (literalmente) la belleza que por antonomasia es fugaz y finita, que se transforma por ende en eterna en el espejo.
Además el espejo sería la clave de resolución de la disputa entre la pintura y la escultura.
En la lucha del “paragone” (comparación) la escultura saldría triunfadora por ofrecer una perspectiva completa, desde todos los puntos de vista del “objeto” representado artísticamente. La pintura, con su único punto de vista, plano, tiene que utilizar artilugios para enseñar lo que no se ve. El espejo sin embargo es uno de estos artilugios.
El espejo se pone al servicio de la coquetería y de la contemplación de la propia belleza, del gozo de ella y del disfrute de la vista. El sujeto principal y más elegido para tal contemplación no podría ser otra que la diosa de la belleza, Venus. La belleza ideal, lo femenino, la vanidad y la eternidad son los temas principales que se encuentran en las pinturas de temática venusiana.
Hablamos ya del vínculo y las similitudes de las obras de Tiziano y de Rubens.
Peter Paul Rubens, pintor flamenco, gran discípulo póstumo del maestro veneciano, del que es absoluto “copista” en el sentido más alto y artístico de la palabra, al igual que el maestro, es un pintor de producción inmensa y con temática muy parecida. Su mayor inspiración vendrá de las obras del maestro italiano y sus innumerables viajes a Italia y a España le ofrecen diferentes ocasiones de estudio y realización algunas de sus obras más conocidas y destacadas.
Hoy nos movemos del Museo del Prado (donde volveremos en otros casos) y nos vamos al Museo Thyssen-Bornemiza de la ciudad de Madrid. Si paseamos, entre su majestuosa y universal colección, nos encontraremos con un cuadro de Rubens que representa a una magnífica Venus. La diosa, sentada y ataviada ricamente entre rojos y dorados nos recuerda sin duda una de las obras del maestro veneciano, la Venus del espejo, que hoy se conserva en la Galería Nacional de Arte de Washington.
Tiziano realizó la Venus del espejo en 1555. Realizó varias versiones (o copias) del mismo lienzo, una de las cuales para Felipe II de España. Esa versión española desafortunadamente se ha perdido, así como muchas otras obras del pintor.
El lienzo de 1555 formaba parte de la colección privada de Tiziano hasta su muerte, en 1576, después de la cual pasó a manos de su hijo. El periplo del cuadro empezaría en el siglo XIX. Desde Venecia a Rusia, de Rusia a América. En 1850 el cónsul ruso la compra y se expondrá en el Museo Hermitage. Salió de Rusia en la época de Stalin y acabó en Estados Unidos.
La Venus del espejo fue una de las primeras obras maestras en ser expuestas en la Galería Nacional de Arte en Washington cuando abrió sus puertas en 1941.
Rubens realiza la copia de la Venus de Tiziano entre 1606 y 1611, durante su estancia en la corte española. Su versión es la que hoy encontramos en el museo Thyssen.
Cada vez que tenía ocasión de “versionar” un cuadro de Tiziano lo hacía, ya fuera en España o en Italia durante sus viajes.
Si bien la pintura de Rubens no es una copia fiel es sin duda lo más cercano que se conserva parecido a la obra de Washington.
Sin embargo Rubens se inspira, partiendo de la labor del maestro, y nos deja otra maravillosa Venus, suya y extremadamente fascinante.
Entre 1613 y 1614 pinta Venus del espejo, un lienzo con una composición artística admirable y atractiva. Venus acompañada por Cupido, que sujeta el espejo, se nos muestra de espalda, en escorzo. Desvela su rostro y su belleza a través de una juego de espejismo con el espectador. Venus sabe ser observada y admirada y se regodea en su hermosura, con delicadeza y sensualidad a la vez. Su cuerpo, sus joyas, sus cabellos dorados y sedosos, acariciados por una mujer en la parte derecha del cuadro, nos atrapan una vez más en su juego de subducción. Es imposible resistirse.
La obra de Rubens se halla actualmente en el Museo Liechtenstein, presumiblemente adquirida por el príncipe Johann Adam Andreas I von Liechtenstein alrededor de 1712.
El tema de mujer o Venus ante el espejo es recurrente en las primeras pinturas de Tiziano así como en las posteriores a su muerte.
Tenemos varios ejemplos.
Entre 1512-1515 Tiziano ejecuta una Mujer ante el espejo, hoy en día conservada en el Museo Louvre de París.
En él se aprecia a una mujer acompañada por un hombre. La mujer sujeta su cabello (dorado como dorado será el pelo de las Venus) con la mano derecha mientras el hombre sujeta un espejo para que ella se pueda mirar y a la vez otro en la parte posterior. El virtuosismo de los espejos es increíble y nos lleva a una imagen muy real así como moderna.
De 1515 es también la Muchacha peinándose de Bellini, donde podemos apreciar un utilizo del espejo muy parecido al de Tiziano. La muchacha sujeta un espejo en el que se refleja y detrás de ella otro, en la pared, en que podemos admirar el reflejo de su brazo y de su tocado.
Cómo no pensar en la influencia que tuvo Tiziano en la obra de Velázquez Venus del espejo.
La composición del cuerpo, el desnudo de la mujer, la presencia de Cupido y el rostro de la diosa en el espejo son elementos indudables de inspiración del maestro italiano.
Para llegar a una época más reciente el pintor valenciano Joaquín Sorolla nos deja una hermosa mujer recostada que recuerda a la Venus velazqueña.
Desnudo de mujer de Sorolla fecha 1902. Es una preciosura, una pintura sensual y realista como solo Sorolla sabía hacer, pero como hemos visto la tradición y la trayectoria de los artistas es ancestral y lejana.
Este maravilloso hilo invisible que atraviesa el tiempo y el espacio en Arte me parece profundamente cautivador. Todo está unido por la misma pasión y el mismo esmero, ese afán de eternidad que nos dejan los grandes artistas.
De esto y de mucho más os contaré en los siguientes caso de Art Detective.