La Adoración Magos o como la magia se hace sagrada

En este caso de Art Detective hablaré de la figura de los Reyes Magos y de su representación en la pintura.

En el Museo del Prado tenemos diferentes ejemplos y de diferentes artistas.  

Los Magos, hombres eruditos de la época del nacimiento de Jesús, son figuras presentadas en la pintura de manera tradicional o en algunos casos muy poco “convencional”.

En este caso de Art Detective no sólo os mostraré algunas de mis obras favoritas del museo, con este tema, sino que intentaré trazar un excursus de la figura del “Mago”.

Mago es una palabra que proviene del persa con afección de astrólogo. Los magos, en la transición persa, eran hombres que conocían y estudiaban las estrellas, hombres sabios, científicos y eruditos. La figura del mago llegaría hasta nosotros a través de la palabra en latin magus.

Los Magos aparecen en la tradición católica, en el Evangelio de Mateo.

Se cuenta:   

“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.

Como se puede apreciar no se citan los “reyes” magos, ni sus nombres, ni que son tres, ni los dones que llevan ni nada de lo que al día de hoy entendemos por la tradición de la Epifanía. 

Y entonces ¿por qué hoy los conocemos como Reyes Magos, y con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar?

La primera vez que aparecen sus nombres es en los mosaicos de la Iglesia de San Apollinare Nuovo de Rávena, en Italia, en el  siglo VI d.C.

Como podemos apreciar Baltasar no tiene tez negra. La idea de los tres continentes, Asia, África y Europa, asociada a los Reyes Magos llegará en la Edad Media. Melchor es el europeo, Gaspar el asiático y Baltasar el africano. Incluso en algunas obras aparece la figura del Rey Mago que representa América (evidentemente después de 1492). Todo esto se presenta a través de características que se repiten en las obras a lo largo de los siglos.

Partiendo de la idea de la tradición cristiano-católica, conocida a través del evangelio de Mateo, de los magos, que siguiendo la estrella, llegaron a visitar al niños Jesús, encontramos ejemplos en los que estos antiguos eruditos son más de tres. En los evangelios apócrifos, fuentes fundamentales para los artistas de todos los tiempos, los magos a veces son tres, diez e incluso doce. Llegan con camellos o con caballos. Traen dones, casi siempre el oro, el incienso y la mirra.  

Las obras en el Museo del Prado de Madrid que eligen el tema de los Reyes Magos son varias.

Por ejemplo en la predela de la “Anunciación” de Frà Angelico hay una muestra de la escena de los Magos. 

La “Anunciación” es una obra de 1425-1428, del fraile italiano. Enseña el momento de la anunciación del nacimiento del niño Jesús, del Arcángel Gabriel a la Virgen María. 

La parte inferior del cuadro, la predela, muestra la vida de María desde su nacimiento hasta su muerte. 

La parte de la Adoración de los Reyes Magos destaca la figura de los magos, según la tradición de los evangelios apócrifos.

Son más de tres, no está presente el Baltasar africano. Destacan los dones y la vestimenta, persa, con el gorro frigio o coronas, los caballos y los camellos. Recordamos que muchas veces en las obras de arte el entorno temporal es el del pintor, entonces la arquitectura de la escena así como el vestuario son los de la época de Frà Angelico, en este caso. Está presente la estrella en la parte alta del cuadro, así como los ángeles azules, los querubines en la parte alta de la cabaña del nacimiento.

Los dones son tres, frente a la Virgen, a sus pies, cerca del rey arrodillado.  Es por el número de los dones, tres, que convencionalmente se describen a tres Reyes Magos.

Otro ejemplo es el de El Bosco, el pintor neerlandés que nos deja una versión de la “Adoración” muy original. La obra data de 1494 y forma parte de la colección del Museo del Prado.

Los magos, son tres, número convencional de la tradición católica, pero evidencian algo muy singular. Los dones clásicos de oro, incienso y mirra se acompañan a premoniciones.

Veamos cuáles.

De una vez por todas vamos a definir quién es quién entre los Reyes Magos y quién trae cada regalo que le corresponde.

Melchor es el Rey mago portador del oro. Está convencionalmente representado como un hombre anciano, de tez blanca y barba blanca. Representa a Europa. El oro que porta representa la naturaleza real de Jesús.

Gaspar es el portador del incienso. Es el Rey Mago joven y representa Asia. El incienso representa la naturaleza divina de Jesús. 

Baltasar,  el hombre africano de tez negra, es el portador de la mirra, el ungüento con que se cubrían los cuerpos de los muertos, representa el sufrimiento y la muerte de Jesús.

En la “Adoración..” de El Bosco los Reyes tienen los tres dones pero incluso unos que simbolizan premoniciones de la Pasión y del destino de Jesús. 

El Rey Mago Melchor, arrodillado, en primer plano, lleva consigo,  no sólo el oro sino también un entalle de madera que representa a Abraham y el sacrificio de su hijo Isaac.

Es una clara referencia al futuro sacrificio de Jesús, destinado a morir en la cruz.


El Rey Gaspar, de pie, en el centro, lleva el plato de incienso en la mano, pero en su esclavina se perciben muchos detalles que revelan una escena. La visita de la reina de Saba al rey Salomón, premonición de la visita de los reyes magos al niño Jesús.

 

En último, el Rey Mago Baltasar, a la izquierda, lleva en la mano una ampolla con la mirra, encima de la cual vemos un pájaro, que es el Ave Fénix. El Fénix es el animal que resurge de sus cenizas, sugiere entonces la premonición de la Resurrección de Jesús. 

En este recorrido pictórico de los Reyes Magos no podría faltarme Rubens.

Rubens, que ha sido de los pintores más citados en mis artículos junto con Tiziano, es protagonista de la obra “La Adoración de los Reyes Magos” datada 1609-1629.

La obra se centra en la escena de la llegada de los Reyes Magos y de su visita al niño Jesús. 

Es espectacular, imponente, lujoso, rico de detalles y de personajes entre los cuales destaca el mismo Rubens que se autorretrata en la escena.

La pintura fue realizada en Amberes por encargo del Ayuntamiento en 1608-1609.

De esta primera versión se conservan un boceto en Holanda en el Groninger Museum y una copia que se halla en una colección particular de Londres.


El cuadro de Rubens llega a España en 1613 con Rodrigo Calderón, político y diplomático español,  vinculado a la ciudad de Amberes, del entorno de la corte de Felipe III y del valido del rey el Duque de Lerma. 

Cuando el duque de Lerma fue destituido de su encargo lo mismo le pasó a Calderón. El cuadro entraría entonces a formar parte de la colección de las obras del Alcázar de Madrid en tiempos del rey Felipe IV de España.

En 1629 durante su segundo viaje a Madrid, Rubens se cruzaría con su obra. Decidió modificarla y ampliarla así como aparece en la versión que conservamos en el Museo del Prado.

La composición es magnífica e imponente. Presenta a los Reyes Magos, en este caso tres, que entregan sus dones al niño Jesús. El lujo de la escena parece recordar el lujo y la variedad comercial de la ciudad de Rubens, Amberes.

En el lado izquierdo observamos la sagrada familia, la Virgen María, San José y el niño Jesús que irradia de luz toda la escena. La composición es efectivamente muy luminosa a pesar de que es de noche, así como sugiere el cielo del fondo. 

Toda la parte de arriba y de la derecha son los añadidos de 1629. 

Me fascina este afán artístico del pintor que viéndose en frente de una obra suya de hacía 20 años quiere aportar algo nuevo. De la misma manera es increíble la disponibilidad del rey Felipe IV de España que permite tal acción. 

El dinamismo de escena así como la grandiosidad nos invaden de derecha a izquierda. Todo confluye en la figura del niño, personas y animales. Rubens es el hombre, a la derecha, de espalda, mirando de escorzo, vestido de terciopelo morado con una espada dorada. Los hombres desnudos que cargan los cofres de dones tienen un estilo muy italiano, imitando a Miguel Ángel (en la anatomía de los cuerpos) y a Caravaggio (los talones sucios y heridos), clara herencia de los años que Rubens transcurrió en Italia. 

La disposición de los personajes sigue el boceto inicial, desde San José hasta los esclavos. 

La nueva versión añade caballos y camellos así como los angelitos de la parte superior y como he dicho ya, la figura del mismo pintor.

Otra “Adoración de los Reyes Magos” que quiero destacar es la de Juan Bautista Maíno.

 La obra está datada 1612-1614. Fue un encargo que el pintor recibió para la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en Toledo, para el retablo de “Las cuatro Pascuas”.

Maíno es un artista casi desconocido y poco estudiado hasta el día de hoy. Destaca por su estilo italiano permeado del caravaggismo de los años que transcurrió en Italia. Las figuras monumentales, los detalles en los retratos así como la gama de colores utilizadas, confieren al pintor admiración por su talento, de sus contemporáneos y del rey Felipe IV del que era además maestro de pintura.  

En esta “Adoración…” observamos una composición piramidal, en vertical. El entorno arquitectónico clásico destaca el estilo romano y el mismo Coliseo. Entre los magos aparece otra figura que señala hacia el niño Jesús (o hacia Baltasar y los propios Reyes Magos) que es identificada como autorretrato del pintor. El tocado que lleva así como su rostro recuerda “La Conversión de San Mateo” de Caravaggio. La luz amarillada, la atmósfera y el ambiente confieren a la escena realismo e intimidad. El trazo en los rostros así como todos los detalles del ropaje son estupendos. La sonrisa del Rey Baltasar, muy poco vista en la tradición pictórica, nos cautiva y enternece a la vez. Baltasar lleva su don en la mano, una concha maravillosa, de nácar con decoraciones doradas. El Rey Gaspar mira directamente al niño y le agarra su pañuelillo azul marino mientras que Melchor lo observa y admira con reverencia (ver el gesto de su mano derecha).

A esta obra le tengo especial cariño por ser la obra de inspiración de Polinho Trapalleiro, Pablo Gª Conde-Corbal, el artista gallego que se ha encargado del cartel de la Navidad madrileña de este año.

Trapalleiro es un arquitecto de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (UPM), gallego asentado en Madrid. No es la primera vez que tenemos sus imágenes en representación de las fiestas madrileñas. Se ha encargado ya de numerosos carteles que llevan su estilo tan llamativo y de ensueño. 

Madrid, Puerta de la Navidad” es un gran homenaje a la ciudad antes de ser el cartel de las Fiestas navideñas 2024-2025.

La Puerta de Alcalá, gran emblema de la ciudad de Madrid es la Puerta de la Navidad, de las que salen todos los diminutos personajes que componen el gran abanico cultural e icónico de Madrid. La “Adoración..” de Maíno ocupa el espacio central, entre chulapos y chulapas madrileños, Pérez Galdós, Valle Inclán, Gloria Fuertes, Manuela Malasaña, emblemáticas y destacadas figuras de la Historia y la Literatura de Madrid. 

No falta el Rey Carlos III de Borbón, el Rey ilustrado, al que debemos la construcción de la Puerta de Alcalá y de todo lo que hoy en día es el Paisaje de la luz, Patrimonio Unesco en la ciudad. Todos los personajes llevan una luz en su mano, que los une los unos a los otros, en un hilo de amor, de fiesta y alegría. 

Me encanta la niña de la lotería a la izquierda que irradia con su lucecita toda la ciudad.

En primer plano los tres gatitos que llevan consigo todos los orígenes de la ciudad de Madrid.

¡Pero esta es otra historia!

¡Felices Reyes y Feliz 2025 desde Art Detective!