De Venus y Adonis o de cómo el amor no tiene edad
La diosa Venus nos sigue acompañando con su belleza y sus amoríos. En los anteriores casos de Art Detective, he hablado de diferentes facetas de la diosa, de su belleza despampanante y de sus embrujos. En este caso, vamos a ir siguiendo las pistas de algunos de los amores de la diosa.
Tenemos muestra de ello en diferentes pinturas de varios artistas que se han dejado fascinar por la diosa. Tiziano y Rubens una vez más van a ser mis referentes, y el Museo del Prado será mi punto de partida.
Venus es la diosa romana que corresponde a la Afrodita griega. Su nombre griego proviene de la palabra espuma –aphros, en griego–, por haber nacido de la espuma del mar, así como la conocemos en muchas imágenes de la pintura universal, como en los lienzos de Botticelli, Bouguereau o Cabanel, por mencionar solo algunos. En cuanto al romano, Venus, este es una traducción literal del latín y está asociado a la gracia y al encanto, así como también se ha asociado al planeta.
De su nombre provienen palabras como “venera” –la concha de la viera, de la cual se le ve nacer y aparecer en el mito–; “veneratio”, en latín, que se utiliza para indicar rendición y respeto hacia algo o incluso “veneno”, una palabra que se refiere a una sustancia que puede causar graves daños o incluso la muerte. Afrodisíaco también proviene de su nombre en griego, Afrodita, una palabra que se refiere sin duda a la faceta erótica y sensual de la diosa, así como lo hemos visto ya en otros casos de Art Detective.
Respecto a su nombre, podríamos seguir ad infinitum con significados, relaciones, palabras provenientes y epítetos con los que se le ha relacionado a la diosa a lo largo de la historia.
Pero como sea que se le llame a la diosa Venus o Afrodita, es inevitable asociarla con la belleza, el amor y el placer.
Afrodita en la tradición griega está casada con Hefesto, un dios feo e iracundo, pero uno de sus amores más conocidos es el dios Marte, con el que tendrá el hijo más ilustre, Cupido.
Por supuesto, ellos dos no son los únicos ni los últimos de sus amantes. Ella es la protagonista de varios mitos, en los que llega a estar casada con Anquises, padre de Eneas que, como es sabido, fundó Roma según Virgilio.
Sin embargo, en la historia en la que hoy nos vamos a centrar en Art Detective, es en la que nos cuenta el poeta griego Ovidio Nasón en su obra Metamorfosis: la historia de Adonis, uno de los amantes más amados por Venus.
Adonis nace de Mirra, una muchacha que fue condenada a ser transformada en árbol para escapar de la ira de su padre. Castigada por la diosa Venus, enloquece, seduce y yace con su padre Círinas, el cual, al darse cuenta del acto de su hija intenta matarla. Ella se escapa y, transformada en árbol de mirra, da a luz a Adonis.
“Él de su hermana nacido y del abuelo suyo”, recitará Ovidio en su hermosa obra.
Venus, que asiste a su nacimiento, se enamora de su hermosura, del “ora hermosísimo bebé, ya joven, ya hombre”. Por ello, no querrá separarse de él, que conforme crece, se vuelve aficionado a la caza.
Tiziano realiza para el rey Felipe II de España un lienzo que representa a Venus y Adonis, el cual representa el acto en el que Venus trata de impedir el paso de su amado hacía la muerte.
Esta es una escena imaginada y creada por el mismo pintor, la cual no es citada por el escritor latín, el cual era un referente de todos los pintores que se dedicaban a la mitología.
El lienzo de Venus y Adonis, que se conserva en el Museo del Prado, está fechado en 1554 y forma parte de las “Poesías” de Tiziano, tal como lo es Danae, una pintura de la que hablamos en otro caso de Art Detective.
Como se puede imaginar, no es la única versión que el maestro Tiziano realizó. En la National Gallery of London hay una versión del mito atribuida al pintor veneciano y a su taller.
La composición es prácticamente idéntica. Venus le corta el paso a su amado para que no le deje. Sabemos que quiere evitar que Adonis vaya hacia su destino de muerte, pero Tiziano nos transmite además un mensaje de seducción de la diosa, que en este caso no se ofrece al espectador pasivamente sino que toma la acción y la iniciativa hacia su amado. Aún así, Adonis morirá herido fatalmente por un jabalí, a pesar de las plegarias de Venus de alejarse de tal animal.
En el fondo vemos a Cupido, durmiente, al lado de un árbol. Los perros de caza acompañan a Adonis.
Este cuadro fue concebido junto con el de Dánae para enseñar el cuerpo femenino en todo su esplendor. Dánae frontalmente, y Venus, en cambio, nos ofrece su otra visión, la del trasero, una de las partes prohibidas del cuerpo femenino y más apreciada en la época.
El Venus y Adonis de Londres data de 1555.
Hay otras dos versiones que se hallan en Estados Unidos, una en la National Gallery of Washington y otra en el Metropolitan Museum of New York. Ambas están fechadas en 1560, aunque la composición es algo diferente a las anteriores.
Cupido, por ejemplo, no duerme y sigue atento a toda la escena, y es razonable, porque es precisamente él el responsable de esta historia, ya que ha sido por su culpa que su madre se ha prendado del joven.
Así como lo narra Ovidio, la diosa es atravesada por la flecha mágica de su hijo que, involuntariamente, le hiere de amor mientras la besa.
En el lienzo, Venus, Adonis y Cupido, este ya no de Tiziano sino de otro pintor italiano, del barroco, Annibale Carracci –que se encuentra en el Museo del Prado– podemos apreciar toda la escena y el momento en el que Venus es prendada por Adonis.
Este mito ha suscitado mucho interés entre los pintores a lo largo de la historia, así que sigamos contándolo a través del pincel de varios de ellos. El amor entre la diosa y el mortal muchacho es descrito también por otro gran pintor de la tradición veneciana, Paolo Veronese.
El cuadro data de 1580 y se encuentra en la colección del Museo del Prado. Fue una de las compras para el rey Felipe IV hechas por Velázquez durante su viaje a Italia.
Sin embargo, el lienzo de Veronés es bastante diferente al de Tiziano. La escena es tomada (una vez más) del libro de Ovidio, Metamorfosis, cuando este recita: “nos seduce oportuno este álamo, y nos presta un lecho el césped: me apetece en ella descansar contigo”.
En él vemos a Adonis durmiendo en el regazo de Venus que le custodia y acaricia con ternura y amor, si bien también con mucho temor, sabiendo e intuyendo cuál será el destino del joven si despierta. Una vez más, la emoción es sugerida por el pintor ya que esta no aparece de manera explícita en la historia narrada por Ovidio.
Venus le mima, alterna caricias y besos y le cuenta una historia. Historia que ya hemos aprendido en un caso de Art Detective, la de Atalanta e Hipómenes. En esa historia, ambos enamorados serán transformados en leones por voluntad de la propia Venus que, aunque en un inicio se enternece por el amor sin esperanza de Hipómenes y por ello decide ayudarle, más tarde se siente ofendida y desdichada por no recibir el agradecimiento por la unión de parte de los enamorados, y los convierte en leones.
En la escena, Cupido sostiene a un perro que parece querer despertarle y llevarlo de caza. En el cuento de Ovidio, son los perros los que arrastran a Adonis hacia el jabalí, persiguiendo al animal que luego herirá a muerte al joven.
Sin embargo, Veronese nos presenta una escena en la que rige la paz, el sueño y la quietud antes de la tempestad. Adonis duerme junto con otro perro a sus pies que también duerme serenamente, extasiado en el sueño, mientras Venus le abanica y custodia.
La realización de diferentes versiones del mito de Adonis nos deja ver cómo cada uno de los pintores tenía un diferente afán artístico en la composición y en el estilo. Cada uno a su manera, traza una imagen de la belleza, de la sublimación del amor y del conocimiento, alejándose de la idea imperante en la época que concebía a los pintores como meros artesanos que usaban sus propias manos para el oficio, dejando fuera al intelecto.
Por su parte, Tiziano, afirmando su valor “poético”, subraya la importancia de la pintura y el arte que se elevan a niveles muy altos en la cultura universal. La interpretación, la reinvención, la representación del mito es el medio para afirmar su propio talento.
No olvidemos que Venecia es la cuna de grandes pintores, un puerto comercial del mundo y una ciudad revolucionaria, abierta, emancipada y única para la época.
Tiziano, poeta del arte y Veronese, cultor de la belleza plasmada a través de la literatura italiana. En general, los pintores venecianos son únicos y ampliamente diestros en su arte; desde la utilización e inspiración de la luz que se refleja a través del mar, hasta el uso de colores vivos y brillantes, son elementos que conforman un estilo inconfundible.
Basta con fijarse en los azules de los cielos de Tiziano y en los verdes de sus paisajes o en el naranja de Veronés y la blancura de la piel de Venus que nos lleva a una dimensión divina que aparentemente es inalcanzable, pero que en realidad está a la vista de todos.
En esta recopilación de obras de arte no podía faltar Rubens. De él hemos hablado en diferentes casos de Art Detective, como copista de las obras de Tiziano. En este caso y tratando el mito de Venus y Adonis, este seguramente habrá tenido inspiración del gran maestro veneciano, pero la composición de sus obras retratando a la diosa, enamorada y desesperada por salvar a su amor, difieren bastante de la “original” de Tiziano.
Las obras de Rubens se han realizado entre 1609 y 1614.
Conservadas respectivamente en el Kunstpalast Museum (Alemania) y en el Hermitage Museum (Rusia), los dos lienzos son muy parecidos. El tamaño y la forma de la primera versión de 1609, vertical, se amplía y agranda en la versión de 1614.
El tema sigue siendo el de siempre. Venus con el afán de impedir que su amado se vaya de ella, que le deje y que finalmente muera. La presencia de los cisnes, maravillosos y de tal elegancia que nos invita al amor entre los dos, sugieren una esperanza de que Adonis se quede.
Los cisnes y el carro pertenecen a Venus y son uno de sus rasgos más distintivos. Cupido, en una de las versiones, se queda parado y atónito sin entender, mirando la escena pasivamente; en la otra intenta firmemente impedir el paso del cazador, determinado en irse de caza, ignorando lo que le pasaría.
Realmente, todos ignoran el destino de Adonis. Como hemos visto, Ovidio nos narra la “verdadera” versión del mito. Adonis se desprende de su sueño una vez que Venus “juntos por los aires sus cisnes, emprende el camino”. Pero enseguida, desde los cielos, verá la macabra escena de la muerte de Adonis herido a muerte por los colmillos del jabalí bajo la ingle. “Reconoció de lejos el gemido de aquel que moría y blancas, allí giró sus aves, y cuando desde el éter alto lo vio, exánime”.
Rubens nos deja una muestra de este momento trágico y desgarrador.
La escena es extremadamente teatral, dramática y emocionante. Nos dejamos llevar por el sordo grito de Venus que solo se queda acariciando una vez más el rostro y el cabello de Adonis.
Mucho más trágica es la actitud de las tres Gracias y de Cupido, desesperado por lo acontecido. Una joya que se tiene la suerte de admirar en el Museo de Israel, la obra de Rubens es de 1614, en la que podemos, además, apreciar la hermosura de Adonis, su belleza y su cuerpo escultórico, que a pesar de la muerte no cesa de enamorar.
¡Uy, uy! Demasiada tragedia, ¿verdad? Es que los mitos griegos muy a menudo tratan temas violentos y trágicos. Pero en otras ocasiones no. Hablan de amor y salvación, como el de Perseo y Andrómeda.
Pero este es otro caso de Art Detective.